Un estudio realizado en California sobre 251 surfistas descubrió que el 86% de ellos padecían exóstosis en algún grado y casi la décima parte padecían una oclusión superior al 75% en uno de sus oídos.
La exóstosis no es peligrosa en si misma, pero al estrecharse el conducto auditivo se dificulta el drenaje de agua, cerumen y demás residuos que puedan introducirse en el conducto auditivo, lo que favorece las infecciones de oído. Estas, además de ser dolorosas, si son frecuentes pueden llegar a provocar una pérdida de audición permanente. Si no se sigue un tratamiento, el crecimiento óseo puede evolucionar hasta obstruir por completo el conducto auditivo.
El oído de surfista sólo se presenta después de varios años de exposición, por lo que las personas que lo padecen son, generalmente, mayores de 30 años que han sometido sus oídos a bajas temperaturas durante más de 10 años.
Existen dos tipos de cirugía para extraer el hueso. Una de ellas consiste en realizar una incisión detrás del oído y extirpar el exceso de hueso mediante una fresa quirúrgica, mientras que la otra consiste en extraer el hueso introduciendo la fresa quirúrgica directamente en el interior del conducto auditivo.
Tras la cirugía debe evitarse el contacto con agua fría o viento durante un período de dos a seis semanas
Si se continúa en contacto con estas condiciones sin proteger el conducto auditivo después de la cirugía, las malformaciones de hueso pueden desarrollarse de nuevo.
Para evitar este tipo de malformaciones es importante el uso de tapones, gorros y otro tipo de equipos de surf que sirvan de protección a los oídos.
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