
Uno de cada mil bebés padece algún tipo de pérdida auditiva desde el nacimiento. En el 50% de los casos los síntomas no son fácilmente apreciables, por lo que se retrasa el diagnóstico. Desde el 2003, el Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas desarrollan un Programa de Detección Precoz de la Sordera, implantado en todos los hospitales del territorio nacional. Su objetivo es detectar cualquier posible trastorno auditivo en los primeros días de vida del bebé. De esta forma, podemos someter al bebé a la terapia auditiva más adecuada para su caso desde las primeras semanas de vida y así poder tener un desarrollo normal de su capacidad auditiva y lenguaje.
Existen diversos factores de riesgo que pueden incrementar las porbabilidades de que nuestro hijo desarrolle una pérdida de audición, como por ejemplo, un historial familiar con casos de hipoacusia infantil, alteraciones durante el embarazo o infecciones intrauterinas, padecer enfermedades endocrimas como el hipotiroidismo o que el bebé presente algún síndrome que conlleve una afectación de la capacidad auditiva.
En la infancia también pueden aparecer pérdidas de audición temporales, debido a la existencia de cerumen o de otitis media, una infección que debe tratarse rápidamente.
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